Los envases activos tiene como objetivo mejorar la seguridad alimentaria, preservar la calidad del alimento envasado y alargar su vida útil, gracias a que consiguen controlar la degradación de los alimentos en aspectos como, por ejemplo, la oxidación o el crecimiento microbiológico.
La diversidad de envases activos que encontramos en la actualidad, responde a la creciente necesidad de la industria de envase alimentario de encontrar soluciones a los problemas más habituales que se presentan en el envasado de productos frescos: humedad, oxidación, olores u otras sustancias… De hecho, el Instituto Tecnológico del Plástico (AIMPLAS) ha desarrollado numerosos proyectos en esta línea de actividad y entre los resultados conseguidos destaca el aumento de más de un 15% de la vida útil en alimentos como las fresas, lechuga, tomate y fruta cortada.
En concreto, con el proyecto FRUTAP (Desarrollo de envase activo para fruta natural cortada con efecto antimicrobiano y antioxidante, y permeabilidad selectiva) el objetivo general es la mejora de la conservación de fruta natural cortada mediante la sinergia de dos técnicas: envasado activo y control selectivo de la permeabilidad a gases.
Para ello AIMPLAS ha aplicado su tecnología en la evaluación funcional de envases y embalajes, el ecodiseño de producto (productos, equipos, envases,…), así como en el análisis de ciclo de vida de productos, procesos o servicios.
Los resultados obtenidos han sido los siguientes:
- Definición y selección de materiales para la estructura que formará el envase.
- Selección de los aditivos en base a sus propiedades y compatibilidad con los materiales poliméricos.
- Fabricación de envases combinando materiales plásticos con diferentes aditivos antimicrobianos y antioxidantes.
- Evaluación de la funcionalidad de los aditivos seleccionados cuando están inmersos dentro de la matriz polimérica.
- Desarrollo de envase primando una óptima resistencia mecánica y térmica que permita el envasado de alimentos de diferente naturaleza química y que resista a los diferentes procesos de conservación.
- Implementación del diseño adecuado para asegurar una tapa con capacidad selectiva que permita regular el intercambio de gases entre el interior y el exterior del envase. En esta etapa del diseño se pretende básicamente que la geometría de la tapa, su funcionalidad y propiedades así como su unión con la tarrina no perjudiquen las mejoras obtenidas en el desarrollo de la estructura de la tarrina con la formulación de nuevos materiales que está previsto introducir.
- Validación del envase final obtenido atendiendo a sus propiedades y características finales.
- Verificación del cumplimiento de la legislación vigente, tanto la general para materiales plásticos en contacto con alimentos como la específica en el caso de envases activos e inteligentes.
Estos desarrollos suponen un beneficio económico importante para las empresas ya que el aumento de vida útil permite distribuir los alimentos más lejos, que permanezcan más tiempo en el lineal, mejorar el aspecto visual y reducir el desperdicio.